viernes, 7 de septiembre de 2012

Silencio




Percibía las sensaciones de la leña crepitando en la chimenea, el olor a roble del suelo y los muebles impregnaba mientras el jabón de las sábanas me recordaban a las flores que podía contemplar desde mi ventana. En algún lugar de este mundo había perdido la noción del tiempo, el espacio y de mi mismo. Me hallaba allí arrojado como si fuera un muerto en vida, algo que sin duda era. No recordaba mi nombre, sólo que una vez tuve uno, y mi cuerpo dolía como si las ascuas vivas de la chimenea me acariciaran. Los largos cabellos negros que cubrían la almohada debía reconocerlos, pero ciertamente de no ser que estaban atados a mi cabeza hubiera supuesto que eran de otro. Mis manos estaban colocadas con la palma impuesta hacia el colchón, quise mover los dedos pero no podía. Todo mi cuerpo parecía pesado y ligero al mismo tiempo. Mis ojos inspeccionaban inquieto los recuerdos alojados en las paredes, como si hubieran sido colocados con cuidado para que yo reaccionara.

-Vaya, ya has despertado.-una voz femenina cubrió el silencio arropándolo con un suave y dulce tono de voz.-No esperaba que lo hicieras, realmente no esperaba siquiera que respiraras un día más.-se acercó a mi conmovida y llena de esperanzas que fueron desvaneciéndose a medida que yo no reaccionaba.-¿Recuerdas quién soy?-no pude negar porque mi cuerpo era el de una marioneta sin hilos.-Mi ángel, ¿recuerdas quién soy?-acariciaba mi rostro suavemente y sonreía de forma amarga.

Sus ojos eran enormes y profundos, tenía unas pestañas pobladas y rizadas de color dorado, sus cabellos eran rubios y caían sobre su espalda aunque ya poseía alguna cana que denotaba que estaba envejeciendo. Su cuerpo era delgado, o más que delgado seco, mientras que sus manos eran suaves aunque sus arrugas fueron arrojándose sobre sus dedos aprisionándolos con deseo y gula.

-Mi dulce ángel.-susurró inclinándose para besar mi frente.

Recordé los besos, pero no a ella. Más bien recordé la calidez que unos besos similares recorrían mi frente, la misma que puede sentir un niño que duerme en su cuna plácidamente. Eran los besos de una madre, la cual parecía abnegada y llena de esperanzas. No quería rendirse y proseguía con sus preguntas.

-¿No recuerdas mis besos?-preguntó tomando mi mano derecha entre las suyas.-¿París? ¿Londres? ¿Recuerdas al menos la nieve?-dijo con dulzura.-No envejeces y yo pierdo la esperanza, porque sí lo hago mientras que tú sigues hermético.-comentó desolada.-Al menos has abierto los ojos una vez más, hace más de cincuenta años que esperaba que lo hicieras.-apretó mi mano mientras sus ojos se cerraban intentando aguantar las lágrimas, las cuales terminaron derramándose por sus mejillas hasta sus labios.-¿Qué es lo que viste para quedar de este modo? ¿Qué te pasó en aquella guerra?-se apartó de mi gritando llena de dolor, cayendo sobre el suelo mientras sollozaba.

Pasaron así horas escuchando sus quebrantos, la historia de un hombre que al parecer la había deseado y tocado con lujuria, el mismo que yacía sobre la cama sin reconocerla mientras fuera seguía la vida y dentro se mantenían los recuerdos de alguien que ya no era él sino yo.

De eso hace más de diez años, ella repite sus preguntas cada mañana mientras espera que un nuevo milagro ocurra. Realmente no recuerdo siquiera su nombre, ni ella ha sido capaz de decirlo. Tampoco sé el mío, porque nunca se ha dirigido a mi a no ser por apelativos que únicamente se le da a un hombre que ha compartido lecho. La que una vez pensé que era mi madre sin duda era mi esposa. Decía que yo era un ángel, realmente un ángel, pero que ella sólo era una hechicera que perdía el juicio al ver que yo ni siquiera era capaz de preguntar por el hijo que nunca tuvimos.  

Esta noche se ha ido y dice que no regresará, no puede atenderme porque su corazón se agrieta y de alguna forma el mío siente que pierde algo que jamás supo apreciar realmente. ¿Habrá llegado mi final? ¿Qué vi realmente en aquel lugar? Ni siquiera puedo detenerla, sólo veo como su frágil cuerpo se va consumiendo mientras se aleja hasta la puerta que jamás volverá a abrirse. 


------------------Silencio--------------------


Silencio es un texto sin principio ni final, realizado íntegramente con personajes que no existen aunque muestran una realidad. Los ángeles pueden perder la memoria, igual que otras razas, e incluso pueden ser lesionados. También habla del corazón que se fractura, los ángeles como los demonios poseen un corazón de mineral y no uno que sea realmente un músculo. 

El creador de este texto es el usuario de Caim.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

-BeyondHellRPG-

Es el blogger del foro de Rol Online Beyond Hell en el sistema foroactivo.

-Gracias por su comentario-