martes, 14 de agosto de 2012

La astilla del corazón del demonio




Hay quienes sienten el fierro ardiendo de la maldad en sus tiernas y trémulas carnes, otros los colocan al fuego observando las ascuas chisporroteando con cautela para luego ejercer de severos y fríos verdugos. La maldad es un arte, el oficio de las crías nacidas en la húmeda y profunda oscuridad de los extensos prados de Hell-X, más allá de los muros de los palacios o los edificios de gruesos y robustas piedras.

-Observa.

Una gruesa voz hizo tintinear los cristales de la pocilga maloliente de los pasadizos de uno los más fastuosos castillos. Las gruesas piedras de tonos grisáceos sostenían cientos de metros de gruesos muros, los cuales tenían tantos pasadizos como siglos su construcción. Creada para ser fortaleza, elegante sala de fiestas y hoyo de tortura para aquellos que no cumplan los requisitos del Gran Demonio que allí habita.

-Primero debes ofrecerle cierta esperanza, así después saborearás mejor sus lágrimas.

No muy lejos, por un agosto pasillo, dos figuras caminan al unísono provocando que sus pasos perturben el silencio de las gotas de humedad que caen del techo. La figura mayor posee una voz seca, áspera y varonil que bien podría ser de barítono mientras que la delicada e infantil figura que le acompaña a penas levanta un par de palmos del suelo.

-Sí, lo comprendo.

Su voz infantil parecía deleitarse con los consejos del mayor. Los cabellos oscuros de aquel vampiro se difuminaban con el lóbrego recorrido que escasamente iluminaba un pequeño candil. Los dorados rizos que poblaban la espesa cabellera del pequeño eran hebras de sol, una imagen inocente para un demonio que bebía directamente de la botella de la crueldad.

-Lugh, debes prestar atención. Esta es tu prueba de fuego, sé que hace escasos meses de tu nacimiento pero antes de seguir tu crecimiento debes aprender a no tener piedad hacia los inferiores.

Dijo aquello parando su recorrido mientras echaba mano a un enorme y pesado hierro, dentro del gancho se hallaba varias llaves que parecían muy pesadas y bastas. Los ojos del mayor observaban las piezas mientras introducía una a una en la cerradura, al dar con la correcta la puerta venció y dio paso a un lugar mucho más precario y maloliente. La putrefacción de ratas y comida era intensa, ellos orines y heces del condenado estaban pegadas a su blanca piel, el rostro demacrado de un demonio se alzó cubierto por la sorpresa, el dolor y el pánico. La pequeña criatura se aferró a la pierna del mayor, observaba la figura decrépita que creyó reconocer y tembló por emociones encontradas.

-¿Cómo puedes hacerme esto? ¿No tienes suficiente?

La voz rota por el dolor, el cansancio y la pena casi no podía apreciarse. La luz del candil era cegadora para sus ojos de color azul glacial con pequeñas betas grisáceas. Los dorados cabellos de aquel que fue imponente, respetado y apreciado por cientos y luego burla de millones estaban sucios, igual que su piel y su corazón.

-¡Llévatelo Caim! ¡Llévatelo lejos de mi vista!

No era una imposición, era una súplica.

-¿A caso no deseas ver a tu hijo? ¿Has visto? Tiene los ojos de su padre y los dorados cabellos de su madre.

Sentenció con burla en su tono de voz, provocando que se desgarrara aún más aquel quejumbroso Guardián, pues era Leviathan el encerrado desde hacía semanas, o quizás meses, en aquella celda cumpliendo penitencia y aceptando un castigo acorde a su desfachatez y desaires.

-¿Madre?

La voz infantil reverberó mientras sus dedos se aferraban a la oscura tela del pantalón paterno.

-Sí, Lugh esta es tu madre. Como ves no es una hermosa y suculenta hembra, sólo un desgraciado que quizás pueda regresar con nosotros, teniendo así un poco de esperanzadora luz para su miserable vida.

El pequeño comenzó a llorar en silencio amargas lágrimas sintiéndose presionado. Debía cumplir las órdenes de su padre, no quería fallarle, pero su mente infantil recordaba la voz suave de aquel que cumplía su penitencia. Las canciones infantiles, las caricias delicadas con jabón de aroma de melaza y los cálidos abrazos antes de ser soltado en su cuna vinieron a su mente provocando que temblara por completo.

-No papá, no. Yo lo quiero, no le hagas daño papá.

Alzó su rostro mirándole con miedo aunque con cierto coraje, pues sabía que podía enfadarse y sentir sus ásperas manos contra sus mejillas, como le había visto hacer al resto de sus hermanos. Leviathan miraba a su hijo, el cual había crecido rápidamente desde la última vez que lo vio envuelto en su manta esponjosa llorando por la discusión entre ambos demonios. Había esperado ese momento durante las noches de tortura, entre los latigazos y burlas, mucho más que una ducha o un trozo de pan que no estuviera cubierto de su propia suciedad. De no haber tenido los brazos rotos habría intentado alzarlos para sostener unos segundos a su pequeño, aunque fuera lo último que hiciera en su miserable existencia. Caim se mantenía frío y firme como una roca, parecía una escultura que ahuyentaba cualquier tierna o indulgente idea. Leviathan miró al que fue su amante, el amor en silencio que le profesaba aún hasta ese momento provocaba que su alma se apagara.

-Eres un débil, tendré que esforzarme más.

Agarró a su hijo por la muñeca del brazo derecho, tirando de él de forma brusca mientras este tan sólo tiraba hacia su madre, deseaba volver a sentirse a salvo sin tener que hacer nada más que escuchar sus latidos. Un alarido de dolor se escuchó tras el amargo y fuerte portazo de la celda, portazo lleno de decepción por parte de Caim debido a la debilidad en el corazón de su hijo.

-Papá, yo te aprecio y quiero ser como tú.

Decía llorando mientras intentaba inútilmente separarse del fuerte agarre de las garras de aquel maldito Príncipe sin corazón ni escrúpulos.

-Si realmente lo desearas no te parecerías a él.

Sentenció antes de escuchar las siguientes palabras de su hijo, lo cual provocó en él que dudara y pensara un nuevo destino para Leviathan, burlándose así eternamente de él y quizás sacando más partido.

-¿Y si mamá muere? ¿No acabará tu diversión? ¡Deja a mamá libre!


-------------------------------La astilla del corazón del demonio--------------------


Caim y Leviathan son personajes Canon de dos Administradores de Beyond Hell, el hijo Lugh es un personaje que pronto cobrará vida dentro del rol aunque fue creación de ambos administradores.

Esta historia ha sido creada por Caim, Administrador de Beyond Hell.

La imagen de Caim es Peter Steele, el cual se ve representado en la imagen de la cabecera. La edición ha sido realizada por un fan, desconozco quien la ha diseñado. 

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