Hay quienes sienten el fierro ardiendo
de la maldad en sus tiernas y trémulas carnes, otros los colocan al
fuego observando las ascuas chisporroteando con cautela para luego
ejercer de severos y fríos verdugos. La maldad es un arte, el oficio
de las crías nacidas en la húmeda y profunda oscuridad de los
extensos prados de Hell-X, más allá de los muros de los palacios o
los edificios de gruesos y robustas piedras.
-Observa.
Una gruesa voz hizo tintinear los
cristales de la pocilga maloliente de los pasadizos de uno los más
fastuosos castillos. Las gruesas piedras de tonos grisáceos
sostenían cientos de metros de gruesos muros, los cuales tenían
tantos pasadizos como siglos su construcción. Creada para ser
fortaleza, elegante sala de fiestas y hoyo de tortura para aquellos
que no cumplan los requisitos del Gran Demonio que allí habita.
-Primero debes ofrecerle cierta
esperanza, así después saborearás mejor sus lágrimas.
No muy lejos, por un agosto pasillo,
dos figuras caminan al unísono provocando que sus pasos perturben el
silencio de las gotas de humedad que caen del techo. La figura mayor
posee una voz seca, áspera y varonil que bien podría ser de
barítono mientras que la delicada e infantil figura que le acompaña
a penas levanta un par de palmos del suelo.
-Sí, lo comprendo.
Su voz infantil parecía deleitarse con
los consejos del mayor. Los cabellos oscuros de aquel vampiro se
difuminaban con el lóbrego recorrido que escasamente iluminaba un
pequeño candil. Los dorados rizos que poblaban la espesa cabellera
del pequeño eran hebras de sol, una imagen inocente para un demonio
que bebía directamente de la botella de la crueldad.
-Lugh, debes prestar atención. Esta es
tu prueba de fuego, sé que hace escasos meses de tu nacimiento pero
antes de seguir tu crecimiento debes aprender a no tener piedad hacia
los inferiores.
Dijo aquello parando su recorrido
mientras echaba mano a un enorme y pesado hierro, dentro del gancho
se hallaba varias llaves que parecían muy pesadas y bastas. Los ojos
del mayor observaban las piezas mientras introducía una a una en la
cerradura, al dar con la correcta la puerta venció y dio paso a un
lugar mucho más precario y maloliente. La putrefacción de ratas y
comida era intensa, ellos orines y heces del condenado estaban
pegadas a su blanca piel, el rostro demacrado de un demonio se alzó
cubierto por la sorpresa, el dolor y el pánico. La pequeña criatura
se aferró a la pierna del mayor, observaba la figura decrépita que
creyó reconocer y tembló por emociones encontradas.
-¿Cómo puedes hacerme esto? ¿No
tienes suficiente?
La voz rota por el dolor, el cansancio
y la pena casi no podía apreciarse. La luz del candil era cegadora
para sus ojos de color azul glacial con pequeñas betas grisáceas.
Los dorados cabellos de aquel que fue imponente, respetado y
apreciado por cientos y luego burla de millones estaban sucios, igual
que su piel y su corazón.
-¡Llévatelo Caim! ¡Llévatelo lejos
de mi vista!
No era una imposición, era una
súplica.
-¿A caso no deseas ver a tu hijo? ¿Has
visto? Tiene los ojos de su padre y los dorados cabellos de su madre.
Sentenció con burla en su tono de voz,
provocando que se desgarrara aún más aquel quejumbroso Guardián,
pues era Leviathan el encerrado desde hacía semanas, o quizás
meses, en aquella celda cumpliendo penitencia y aceptando un castigo
acorde a su desfachatez y desaires.
-¿Madre?
La voz infantil reverberó mientras sus
dedos se aferraban a la oscura tela del pantalón paterno.
-Sí, Lugh esta es tu madre. Como ves
no es una hermosa y suculenta hembra, sólo un desgraciado que quizás
pueda regresar con nosotros, teniendo así un poco de esperanzadora
luz para su miserable vida.
El pequeño comenzó a llorar en
silencio amargas lágrimas sintiéndose presionado. Debía cumplir
las órdenes de su padre, no quería fallarle, pero su mente infantil
recordaba la voz suave de aquel que cumplía su penitencia. Las
canciones infantiles, las caricias delicadas con jabón de aroma de
melaza y los cálidos abrazos antes de ser soltado en su cuna
vinieron a su mente provocando que temblara por completo.
-No papá, no. Yo lo quiero, no le
hagas daño papá.
Alzó su rostro mirándole con miedo
aunque con cierto coraje, pues sabía que podía enfadarse y sentir
sus ásperas manos contra sus mejillas, como le había visto hacer al
resto de sus hermanos. Leviathan miraba a su hijo, el cual había
crecido rápidamente desde la última vez que lo vio envuelto en su
manta esponjosa llorando por la discusión entre ambos demonios.
Había esperado ese momento durante las noches de tortura, entre los
latigazos y burlas, mucho más que una ducha o un trozo de pan que no
estuviera cubierto de su propia suciedad. De no haber tenido los
brazos rotos habría intentado alzarlos para sostener unos segundos a
su pequeño, aunque fuera lo último que hiciera en su miserable
existencia. Caim se mantenía frío y firme como una roca, parecía
una escultura que ahuyentaba cualquier tierna o indulgente idea.
Leviathan miró al que fue su amante, el amor en silencio que le
profesaba aún hasta ese momento provocaba que su alma se apagara.
-Eres un débil, tendré que esforzarme
más.
Agarró a su hijo por la muñeca del
brazo derecho, tirando de él de forma brusca mientras este tan sólo
tiraba hacia su madre, deseaba volver a sentirse a salvo sin tener
que hacer nada más que escuchar sus latidos. Un alarido de dolor se
escuchó tras el amargo y fuerte portazo de la celda, portazo lleno
de decepción por parte de Caim debido a la debilidad en el corazón
de su hijo.
-Papá, yo te aprecio y quiero ser como
tú.
Decía llorando mientras intentaba
inútilmente separarse del fuerte agarre de las garras de aquel
maldito Príncipe sin corazón ni escrúpulos.
-Si realmente lo desearas no te
parecerías a él.
Sentenció antes de escuchar las
siguientes palabras de su hijo, lo cual provocó en él que dudara y
pensara un nuevo destino para Leviathan, burlándose así eternamente
de él y quizás sacando más partido.
-¿Y si mamá muere? ¿No acabará tu
diversión? ¡Deja a mamá libre!
-------------------------------La astilla del corazón del demonio--------------------
Caim y Leviathan son personajes Canon de dos Administradores de Beyond Hell, el hijo Lugh es un personaje que pronto cobrará vida dentro del rol aunque fue creación de ambos administradores.
Esta historia ha sido creada por Caim, Administrador de Beyond Hell.
La imagen de Caim es Peter Steele, el cual se ve representado en la imagen de la cabecera. La edición ha sido realizada por un fan, desconozco quien la ha diseñado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
-BeyondHellRPG-
Es el blogger del foro de Rol Online Beyond Hell en el sistema foroactivo.
-Gracias por su comentario-